¡Terminamos ya el curso! El último día para poder subir trabajos será el día 8 de Mayo a las 23:59. A ponerse las pilas que ya queda poquito!!!!

domingo, 9 de mayo de 2010

OBJETIVO: FRANCO - TERCERA PARTE

UN MILITAR ENTRE ANARQUISTAS

El capitán de intendencia José Pardo de Andrade y Fariña estaba destinado en Madrid al inicio de la Guerra Civil. En un principio, conocida su ideología conservadora, fue detenido por milicianos de la CNT anarquista bajo la acusación de apoyo a la sublevación.

Sin embargo, de forma sorprendente, Pardo de Andrade fue absuelto y puesto en libertad. El militar consiguió entonces salir de Madrid y tras cruzar las líneas, llegó a la zona nacional para unirse al ejército de Franco. Durante la guerra ocupó varios cargos y fue ascendido a coronel. Sin embargo, por aplicación de la Ley de 1 de marzo de 1940, que ordenaba la depuración de los masones, Pardo de Andrade fue apartado del Ejército. Poco tiempo después el coronel, monárquico, liberal y partidario de don Juan de Borbón, entró en contacto con militantes de la CNT.

A pesar de los lógicos recelos que se presencia provocaba en los círculos anarquistas, estos fueron pronto superados por la valiosa colaboración que el militar prestó a la organización, poniendo en contacto a los conspiradores que planeaban atentar contra Franco con personas muy cercanas al régimen. En este sentido, en el libro de Eliseo Bayo “Los atentados contra Franco” se llega a afirmar que dos generales, de los que no da nombres, acudían a reuniones clandestinas en la Casa de Campo de Madrid, apoyando secretamente las acciones que pudieran emprenderse contra el régimen, aunque nunca fueran informados de las pretensiones de atentar contra Franco.

El coronel Pardo de Andrade consiguió mantener oculta durante años su actividad conspiradora. Sin embargo, en 1954 es detenido y procesado en la causa 2751 junto a varios destacados cenetistas. Fue condenado a cinco años de prisión.

INTERVENCIÓN DE ETA

En 1961 se había producido una explosión que había destrozado la línea férrea de San Sebastián a Bilbao. Con ella se pretendió volar un tren cargado de falangistas que acudían a una concentración. Este espectacular atentado fue la carta de presentación de ETA como una nueva organización radical y nacionalista que pretendía conseguir unos fines políticos mediante la lucha armada. Los explosivos empleados para llevar a cabo la acción fueron suministrados por elementos libertarios que más tarde serían miembros del denominado Submarino, nombre con el que también se conocía Defensa Interior (D.I.), un órgano secreto creado en el congreso de la CNT celebrado del 26 de agosto al 3 de septiembre de 1961 en la ciudad francesa de Limoges, para relanzar la lucha armada contra el régimen. Uno de los objetivos prioritarios del Submarino era asesinar a Franco.

Después del atentado se celebró en Bayona una reunión entre dirigentes de ETA y miembros de Defensa Interior. Estos últimos, impresionados aún por la audacia de su primera operación, ofrecen a ETA su colaboración para continuar la lucha armada suministrándoles armas cortas y explosivos. En esa misma cita también les proponen trabajar juntos para realizar una acción de gran envergadura, atentar contra Franco.

El plan aceptado en esa reunión consistía en minar la carretera que conduce hasta la residencia de Ayate que el dictador ocupaba durante sus vacaciones veraniegas en San Sebastián. ETA se encargaría de transportar el material explosivo por mar desde Bayona, ayudaría al comando de D.I. a moverse por el País Vasco y les ayudaría a escapar una vez cometido el atentado. Todos los preparativos se iniciaron al menos un mes y medio antes de la fecha en que se preveía su llegada a Ayate que solía ser a mediados de agosto.

El problema principal era conocer con exactitud el día y la hora de la llegada de la comitiva oficial. Las medidas de seguridad en torno a Franco incluían no comunicar nunca con antelación sus desplazamientos, por lo que nadie podía saber con certeza cuales iban a ser sus movimientos. Para contrarrestar esa falta de información, un enlace desde Madrid sigue los pasos de Franco y los comunica mediante mensajes de radio cifrados a los planificadores de la operación. Se inicia entonces la cuenta atrás.

ETA entrega los explosivos en San Sebastián al comando de D.I. que cometerá el atentado. Debían actuar con rapidez antes de que se estableciera un cordón de seguridad alrededor de Ayete. Eligen el lugar donde harán estallar la bomba y excavan un pequeño túnel desde la cuneta en el que colocan 25 kilos de explosivo plástico. Un problema añadido eran las pilas necesarias para activar el artefacto que no podían estar más de siete días enterradas, lo que obligaba a colocarlas no más de una semana antes de la llegada de Franco. Debido a esa circunstancia, todo el peso de la operación recayó entonces en la información facilitada por el enlace, que se vio obligado a seguir al general en todos sus desplazamientos por el norte de España para informar con precisión de sus movimientos.

El 7 de agosto Franco preside un Consejo de Ministros en La Coruña. El día 10 se reúne de nuevo con su gabinete en el Pazo de Meirás. Mientras tanto, los miembros del comando, que esperan escondidos en un camping de San Sebastián, empiezan a impacientarse. El 11 de agosto el enlace transmite que el alcalde de La Coruña ofrece un homenaje a Franco, acto que enmarca la despedida oficial que la ciudad da al Caudillo.

Sin embargo, al día siguiente se pierde su pista. El enlace valora la información de la que dispone y toma una decisión. Cree que Franco ha emprendido viaje por carretera hacia San Sebastián y así lo transmite. El comando recibe la noticia y sin esperar confirmación prepara la bomba conectando las pilas. Después se esconden en los alrededores, controlando los movimientos de la guardia y la presumible llegada de la comitiva.

Tras una larga y tensa espera de varios días, el 17 de agosto aparece una hilera de coches oficiales dirigiéndose hacia Ayate. Cuando el comando está a punto de hacer estallar la bomba, descubren que en la comitiva tan sólo viaja la esposa de Franco, Carmen Polo, y en el último momento deciden no detonarla. Por fin, el día 20, el general llega a San Sebastián a bordo del yate Azor y después de una recepción oficial, la caravana se dirige a Ayate a donde llega sin que se produzca ningún contratiempo.



El atentado se frustró a última hora por varios motivos. Las medidas de seguridad en torno a la residencia se habían intensificado y el comando temió ser descubierto por la patrulla de vigilancia que día y noche recorrían el perímetro. Por si fuera poco, habían perdido todo contacto con la dirección del Submarino y el enlace que seguía los movimientos de Franco no les facilitaba ninguna información.

La madrugada del 19 de agosto se desata una discusión entre los miembros del comando. Aunque todo hacía pensar en la llegada inminente del general, la tensión creada por la incertidumbre provoca una división en el grupo. Mientras unos prefieren dejar la bomba preparada a la espera de una mejor ocasión, otros piensan que hay que deshacerse de ella. Al final se impone la segunda opinión y el 21 la hacen estallar en un descampado cerca de la carretera que un San Sebastián con Hernani. La noticia apenas fue recogida por los medios de comunicación españoles, pero la prensa francesa habló de un “fallido atentado contra el jefe del estado español”.

FRACASO DEFINITIVO

El atentado fallido de Ayate fue quizá el último intento serio y bien organizado de magnicidio contra Franco. Planes posteriores, como el de excavar una mina bajo la carretera de La Coruña a la salida de Madrid y volar el coche del Caudillo cuando emprendiese sus vacaciones, o el de hacer estallar una bomba durante la celebración de la final de la entonces llamada Copa del Generalísimo en el palco del Estadio Santiago Bernabéu, no pasaron de tentativas apenas esbozadas tras ser detenidos y desmantelados los grupos que los iban a llevar a cabo.

Eliseo Bayo, en su libro “Los atentados contra Franco” afirma que se produjeron no menos de cuarenta atentados contra el dictador, contando sólo los que se intentaron desde las filas anarquistas. La cifra quizás sea algo exagerada, ya que realmente no llegó a culminarse ninguno de ellos, y sería mejor hablar de intentos fracasados.

La posibilidad de que se produjera un atentado contra Franco era una amenaza real que preocupó seriamente a los servicios de inteligencia del régimen, que dedicaron gran parte de sus esfuerzos a evitarlos. Asimismo, las excepcionales medidas de seguridad en torno a su persona confirman que existía ese terror. Tal vez por eso, Franco siempre mantenía las distancias en los actos públicos a los que acudía y en las concentraciones multitudinarias los congregados sólo podían verlo de lejos, pretendiendo de esa forma poner las cosas más difíciles a todos aquellos dispuestos a cometer el magnicidio.


Como en todas las dictaduras, los rumores sobre posibles enfermedades o la comisión de atentados contra el Caudillo se repetían cíclicamente, lo que demuestra que, a pesar del férreo control que se ejercía sobre los medios de comunicación, existía cierto conocimiento popular. Así, cuando se hizo pública la noticia de que en la Nochebuena de 1961 Franco había sufrido un accidente al reventarle el cañón de su escopeta de caza, hiriéndole gravemente en la mano izquierda, rápidamente se extendió el rumor, comentado siempre en voz baja y a escondidas, que hablaba de la posibilidad de un atentado cometido por personas que tenían acceso al recinto del Pardo. Casi todos los que participaron de alguna forma en los diferentes planes que tenían como objetivo matar a Franco pagaron con sus vidas, o en el mejor de los casos, con largas condenas de prisión, sus pretensiones de cambiar la Historia de España, devolviendo la libertad perdida.

Los que sobrevivieron contemplaron la larga agonía del dictador que terminó muriendo en la cama.

BIBLIOGRAFÍA

- “Los atentados contra Franco” de Eliseo Bayo – Editorial Plaza & Janes

- Documental “Los que quisieron matar a Franco” emitido por las 2 y realizado con la colaboración de TVE, Televisió de Catalunya y el Ministerio de Cultura, dirigido por Pedro Costa y José Ramón Cruz

- “Historia de un atentado aéreo contra el general Franco” de Téllez Sóla

- “Objetivo: matar a Franco” o “La Falange contra el Caudillo” de Armando Romero

- www.forocastellano.org

- www.historiasiglo20.org
AUTOR

Andrés Garrido Galeote

2º. Bachillerato B

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