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sábado, 6 de marzo de 2010

La Guerra Civil Española

El comienzo de la Guerra Civil se sitúa en la tarde del 17 de julio, en la que las guarniciones de Ceuta, Melilla y Tetuán se sublevaron contra la República con el general Mola al frente.
El 18 de julio de 1936 los militares más conservadores del Ejército español se levantaron en armas contra la República, con lo cual el alzamiento se extendió por todo el país. Este acto significaba el fin del experimento democrático realizado en España desde abril de 1931.

El golpe fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, donde el PNV colaboró finalmente con la República, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y la zona oriental de Andalucía.
Los fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid, donde el nuevo presidente Giral entregó armas a las milicias obreras, y en Barcelona, donde una inusual colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto abortó la insurrección.
En general, exceptuando en Navarra y Castilla-León, la sublevación no tuvo apenas respaldo popular y se basó en las fuerzas militares insurrectas.

Tras el golpe militar del ejército y comienzo de la guerra, España se dividió entre los defensores de la II República y los sublevados, denominados bando nacional, apoyados por los partidos de derecha y centro derecha.

En el bando republicano el apoyo en la sociedad española estaba dividido entre los demócratas constitucionales, progresistas, los nacionalistas periféricos, socialistas, comunistas y los revolucionarios anarquistas. Éste era un apoyo fundamentalmente urbano, aunque también rural en regiones como Cataluña, Valencia, País Vasco, Asturias y Andalucía; claro que varios sectores nacionalistas del clero en el País Vasco y Navarra fueron fieles a la República por la autonomía que se le concedió.
Este bando penas recibió apoyo exterior de las potencias aliadas de la Segunda Guerra Mundial, debido al Comité de No Intervención internacional, destacan, el apoyo de la URSS y México.

El bando nacional era apoyado principalmente por las clases conservadoras y sectores religiosos. Tuvo mayor aceptación en las zonas rurales y en regiones de carácter conservador, como Castilla la Mancha, Navarra, Galicia, la provincia de Cáceres y parte de Andalucía. El bando nacional era un conjunto de partidos y organizaciones en muchos casos con ideologías opuestas como conservadores, católicos, falangistas, monárquicos y carlistas.

Su apoyo exterior vino de las potencias del Eje europeas en la Segunda Guerra Mundial, la Italia fascista de Mussolini, la Alemania nazi de Hitler y grupos de voluntarios de otros países, como Irlanda o Portugal, que utilizaron sus puertos para la entrada de suministros alemanes. El ejército sublevado contó también con muchas tropas procedentes de lo que entonces era el Marruecos Español.

En los primeros momentos de la guerra hubo una enorme represión en ambos bandos, tratando unos de aislar Madrid y otros de aliviar la presión sobre la capital. Las ejecuciones y los asesinatos se extendieron por todo el país.

Durante los primeros meses del conflicto se impuso la guerra columnas, estrategia de combate basada en el movimiento de tropas. Las milicias catalanas organizaron columnas hacia Aragón, que vieron detenido su avance a causa de la desorganización y la falta de un mando común.

El mando de los nacionalistas fue asumido por el general Franco que lideraba las fuerzas que había traído de Marruecos. Un elemento clave de los nacionales fue el "puente aéreo" organizado con aviones alemanes e italianos que permitió el rápido traslado del Ejército de África a la península.
Los legionarios y regulares iniciaron un rápido avance hacia Madrid. En el camino, el general Yagüe que mandaba las columnas decidió desviarse hacia Badajoz. La ciudad cayó y se inició una brutal represión que escandalizó al mundo y produjo un gran número de víctimas.

Las tropas continuaron su avance hacia Madrid y antes de alcanzar Madrid, Franco decidió desviar de nuevo las tropas para llevar a cabo la liberación de una guarnición nacionalista en el Alcázar de Toledo. Mientras, Mola tomó Irún y San Sebastián aislando al País Vasco de la frontera con Francia.

El 18 de octubre de 1936 las fuerzas nacionalistas dirigidas por Varela llegaron a las afueras de Madrid. En noviembre de 1936 se inició la Batalla de Madrid. El 4 de noviembre de 1936 ocuparon Alcorcón, Leganés, Getafe y Cuatro Vientos. La caída de la capital estaba cerca.
Ante la superioridad militar de las fuerzas nacionales, partidos y sindicatos obreros llamaron a la movilización del pueblo madrileño para defender su ciudad.
Se produjo entonces la llegada de refuerzos exteriores, Las Brigadas Internacionales, cuerpo de voluntarios organizados esencialmente por los comunistas; tanques y aviones rusos, la columna del anarquista Durruti, etc llegaron para ayudar a los republicanos.
La ciudad fue sometida a bombardeos aéreos por aviones alemanes y se produjeron duros combates en la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria y el Puente de los Franceses. Las tropas republicanas consiguieron resistir y, finalmente, Franco ordenó el fin del asalto frontal a la ciudad.

Tras fracasar en su intento de atacar frontalmente a Madrid, Franco intentó cercar a la capital. Este intento dio lugar a la batalla del Jarama y la batalla de Guadalajara, donde las tropas italianas enviadas por Mussolini fueron derrotadas. Mientras las tropas franquistas tomaban Málaga y de nuevo se producía una dura represión.
El fracaso ante Madrid hizo que Franco optara por una nueva estrategia, atacar las zonas más débiles de los republicanos.

Y así de la primavera al otoño de 1937, las tropas nacionales conquistaron la zona norte republicana que había quedado aislada del resto del país. Uno tras otro, el País Vasco, Cantabria y Asturias fueron cayendo en manos de Franco.
Durante esta campaña tuvo lugar el bombardeo de Guernica. La Legíon Cóndor, grupo aéreo alemán enviado por Hitler, bombardeó la ciudad y la arrasó. En la campaña vasca, Mola murió en accidente de avión. Con el fracaso republicano de Belchite en Aragón las tropas franquistas tomaron todo el norte del país.
Esto tuvo graves consecuencias para la República, perdieron las minas de carbón y hierro de la zona y los franquistas pudieron concentrar todas sus tropas en la zona sur.

En diciembre de 1937 tuvo lugar una ofensiva republicana en Teruel que también fracasó. Tras dominar Teruel, Franco lanzó una ataque general en Aragón. Tuvo mucho éxito y el 15 de abril de 1938 las tropas nacionales llegaron a Vinaroz, en el Mediterráneo. La zona republicana quedó dividida.
La última gran ofensiva republicana dio lugar a la Batalla del Ebro en julio de 1938. Con más de 100.000 muertos, esta fue la más sangrienta de las batallas de la guerra civil y acabó definitivamente con la moral y las reservas republicanas.

Tras tomar Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939. Antes se había producido un enorme y patético éxodo de población. Más de 500.000 personas huyeron a Francia, donde fueron hacinadas en campos de concentración.
Ante la inminente derrota, las divisiones internas se hicieron aún más profundas en el bando republicano. El gobierno de Negrín, con el apoyo de los comunistas y parte de los socialistas, proponía la resistencia a ultranza. El objetivo era que el conflicto español quedara integrada en la inminente guerra europea y mundial que todo el mundo veía venir. De esa manera, la República española encontraría aliados que le permitirían cambiar el signo de la guerra.
Contra esta posición, y defendiendo la negociación de la derrota con Franco, el coronel Casado dio un golpe contra el gobierno de Negrín. Pese a las propuestas de negociación de Casado, Franco exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid y el 1 de Abril de 1939 terminaba la sangrienta guerra. Una larga dictadura vino a sustituir al ensayo democrático de la segunda república.

La Guerra Civil Española ha sido considerada en muchas ocasiones como el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial, ya que sirvió de campo de pruebas para las potencias del Eje y la Unión Soviética, además de que supuso un desenlace entre las principales ideologías políticas de carácter revolucionario y contrarrevolucionario que entonces se disputaban en Europa y que entrarían en conflicto poco después.

Consecuencias:

Con respecto al número de víctimas se ha especulado mucho. Los primeros cálculos establecieron la cifra alrededor de 1000000 de muertos pero posteriores investigaciones la han reducido, situándola entre 650000 y 500000. Ninguna nación europea había sufrido hasta entonces una merma de población tan considerable.
A los fallecidos debe añadirse la generación de españoles que dejo de nacer debido a las incertidumbres de la guerra y del alejamiento de las familias.
Ciento y miles de persona tuvieron que marchar al exilio durante y tras la contienda. En abril de 1939 Francia acogió a 450000 exiliados republicanos, muchos accionados en campos de concentración. Desengañados por el trato recibido y sin otra opción, 100000 regresaron o fueron devueltos en autoridades franquistas.
La Unión Soviética albergo a 2000 comunistas y a 5000 niños, en su mayoría enviados provisionalmente para alejarlos de la guerra y que no pudieron regresar. Durante la segunda guerra mundial muchos de estos exiliados combatieron en la resistencia francesa o en el ejército soviético contra la Alemania de Hitler y 10000 de ellos murieron en el campos de concentración nazis.
Iberoamérica recibió 50000 exiliados. En México, el presidente Lázaro Cárdenas facilitó la recogida de 20000 republicanos españoles. Entre ellos se encontraban algunos de los mejores intelectuales de la época, que dieron un poderoso impulso a las instituciones culturales y educativas del país.
Esta situación se repitió en Argentina, Cuba, República Dominicana y Chile, cuyos gobiernos mostraron su generosidad con los españoles republicanos exiliados.

La guerra fue una verdadera catástrofe económica. Un dato revela su magnitud: la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950.
El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. A la vez, se produjo la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.
En cuanto a la política exterior, la guerra supuso el aislamiento de España y la retirada de embajadores de casi todo el mundo. Sólo unos pocos países mantuvieron relaciones diplomáticas con España desde el final de la II Guerra Mundial hasta el inicio de la Guerra Fría. A partir de los años 50, las relaciones internacionales españolas, con el apoyo de EE.UU, pasan a ser casi normales, salvo con los países del Bloque Soviético.


Bibliografía:
-http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_Civil_Espa%C3%B1ola
-Libro Historia de España editorial Edelvives.

Hecho por: Paloma Aragón y Belén Bustamante

1 comentario:

  1. Otro trabajo de apuntes y/o libro de texto... qué hartura. Al menos, podríais haber aportado alguna mejor información gráfica.

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